Era temprano en la ma?ana, y Rishia estaba sentada en la cocina del castillo, disfrutando de su desayuno. Entre bocados, saludaba a los sirvientes que pasaban, quienes le devolvían el saludo con sonrisas. Para ellos, Rishia ya era parte del castillo, una presencia tan habitual como la de cualquier otro.
La puerta se abrió y la reina Melty entró con paso tranquilo. Rishia, al verla, sonrió ampliamente.
—?Buenos días, Melty!
Melty le devolvió la sonrisa y, con cari?o, le revolvió el cabello antes de sentarse junto a ella.
—Buenos días, Rishia.
Rishia continuó comiendo, pero su curiosidad pudo más.
—Oye, ?qué pasó con la humana?
Melty suspiró y apoyó los codos sobre la mesa.
—Sigue en el calabozo.
Rishia asintió con aire orgulloso.
—?Se siente genial haber capturado a mi primera humana! Aunque... creo que debería preguntarle su nombre.
Melty la miró con seriedad.
—No deberías acercarte a su celda.
Rishia ladeó la cabeza, confundida.
—?Por qué no?
La reina sostuvo su mirada por un momento antes de responder con calma:
—No todos los humanos son como tú, Rishia. Algunos pueden ser… peligrosos.
Rishia frunció el ce?o y negó con la cabeza.
—Pero ella no parecía mala. ?Me divertí luchando con ella!
Melty la observó con paciencia, pero en su interior suspiraba. Rishia no entendía… Esa humana había intentado matarla, pero ella, como siempre, solo veía lo bueno en los demás. Y si no lo encontraba, se lo inventaba.
Antes de que pudieran continuar la conversación, la puerta se abrió nuevamente.
Gara entró con paso firme, y hasta sus serpientes parecían estar más serias de lo normal.
—Buenos días, Gara —saludó Rishia con su entusiasmo habitual.
—Buenos días —respondió Gara, aunque su atención estaba en la reina.
Sin rodeos, extendió una carta.
—La encontramos en la frontera.
Melty la tomó y la leyó con rapidez. Su expresión se endureció levemente.
—Son los humanos. Vendrán a recoger a la prisionera a las 14:00 horas.
El ce?o de Gara se frunció con disgusto.
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—?Así que se va a salir con la suya?
Rishia, al escuchar eso, se animó aún más.
—?Voy a poder ver a los otros humanos?
Melty negó con la cabeza de inmediato.
—No. Te quedarás en tu habitación.
Rishia infló las mejillas.
—?Por qué?
Gara la miró fijamente.
—Porque no es necesario que estés allí. Además, para ser una guardia real, debes obedecer órdenes.
Rishia abrió la boca para protestar… pero al final solo suspiró y asintió.
Melty le dirigió una mirada de aprobación antes de volverse hacia Gara.
—Ve al calabozo y sácala. Que esto termine lo más rápido posible.
Gara asintió y salió con paso decidido.
Melty solo esperaba que la entrega se realizara sin problemas… pero en su interior, tenía un mal presentimiento.
Frente al castillo, la atmósfera estaba cargada de tensión. Todos los guardias reales estaban formados, firmes y alertas, con Gara al frente comandando la operación. Ching estaba cerca, observando con atención, y la reina Melty mantenía una postura imponente mientras esperaba la llegada del escuadrón humano.
En el centro del grupo, uno de los guardias sujetaba a la prisionera humana con cadenas. Ella no decía nada, pero su mirada estaba clavada en la salida con un desprecio evidente.
Desde una de las ventanas del castillo, Rishia observaba la escena con emoción. Quería estar allí, ver a los otros humanos. No es que tuviera una curiosidad especial por su especie, pero era una oportunidad única—nunca había visto a más humanos en su vida.
Suspiró y se alejó de la ventana. Sabía que no debía bajar, así que decidió ir a la cocina a buscar algunas galletas. Sin embargo, cuando entró, algo sobre la mesa llamó su atención.
Era un casco.
No cualquier casco.
El casco de Gara.
Era un dise?o especial, perfectamente adaptado para proteger su cabeza sin incomodar a sus serpientes.
—?Por qué lo dejó aquí? —murmuró para sí misma.
Entonces, una idea se formó en su cabeza.
?Era la excusa perfecta para bajar! Si llevaba el casco, nadie podría decirle nada… y, de paso, podría ver a los otros humanos.
Con una sonrisa satisfecha, agarró el casco y salió del pasillo con determinación.
Mientras tanto, afuera, el escuadrón humano había llegado. No eran muchos, solo unos cuantos soldados acompa?ando a un hombre rubio con uniforme del ejército humano. Su porte era impecable, su presencia calculada, y en su ojo derecho llevaba un monóculo que destellaba bajo la luz del sol.
Avanzó con una sonrisa que a Melty le pareció… siniestra.
Al llegar a la entrada del castillo, hizo una reverencia exagerada.
—Su Majestad, un placer conocerla en persona. Soy el Mayor Nikola, encargado de recuperar a… cierta humana.
Melty le sostuvo la mirada y asintió con diplomacia antes de hacerle una se?a a Gara.
Gara suspiró, pero obedeció y liberó a la prisionera.
La humana no dudó ni un segundo en caminar con calma hacia Nikola, colocándose a su lado.
—Mis disculpas por este malentendido —dijo Nikola con cortesía fingida—. Seguramente mi soldado se separó de su escuadrón, pero no volverá a ocurrir.
Melty no respondió de inmediato. Había notado algo en la mirada de la humana… miedo.
No era un miedo a ellos, los monstruos. Era algo más profundo, algo que Melty había visto antes en la guerra. Recordaba los informes de humanos atados a bombas, usados como carne de ca?ón por su propio ejército. Esa crueldad no había cambiado.
Nikola se giró para marcharse, pero de repente su monóculo emitió un pitido agudo.
Se detuvo en seco.
Con calma, llevó una mano al dispositivo y lo revisó.
Luego, lentamente, se volvió de nuevo hacia Melty.
—Díganme… ?acaso tienen otra humana aquí?
El silencio cayó como un golpe.
Todos los guardias se tensaron.
Melty lo miró con frialdad. ?Cómo lo sabía?
Gara se mantenía alerta, sujeta a su lanza, cuando de repente sintió que alguien le tocaba el hombro.
Se giró rápidamente… y ahí estaba Rishia.
—Olvidaste tu casco —dijo con una sonrisa inocente, extendiéndoselo.
Gara se quedó procesando la escena por un segundo antes de fruncir el ce?o.
—?Qué haces aquí? Se supone que debías quedarte en tu habitación.
Antes de que Rishia pudiera responder, la voz de Nikola resonó con un tono de fascinación.
—Vaya, vaya…
Todos los ojos se giraron hacia él.
Nikola miró a Gara por un instante, pero su atención rápidamente se desvió hacia Rishia.
—Dime, ni?a… ?eres humana?
Rishia lo miró sin comprender el peso de la pregunta.
—Sí.
Nikola ladeó la cabeza con curiosidad antes de dirigir su mirada a la reina Melty. Era evidente que esperaba una explicación.
Melty suspiró internamente.
No podía creer que Rishia hubiese salido de su habitación en el peor momento posible.
Pero ahora debía manejar esto con mucho cuidado.