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Advertencia

  Nikola mantuvo su mirada fija en la reina Melty, sus ojos afilados como cuchillas evaluando cada matiz de su expresión. Hubo un instante de silencio antes de que, con una aparente curiosidad, formulara su pregunta:

  —?Por qué tienen a una ni?a humana en su reino?

  Melty suspiró. Ya anticipaba que la conversación tomaría un rumbo molesto. Su voz se mantuvo firme, pero en su interior sabía que aquella no sería una charla fácil.

  —La dejaron en nuestro reino hace catorce a?os. La acogimos y la criamos.

  Nikola frunció el ce?o. Su semblante se endureció, como si la respuesta le resultara insatisfactoria.

  —?Por qué?

  Melty parpadeó, sin comprender del todo la insistencia en aquella pregunta.

  —Era solo una ni?a —respondió, con una simplicidad que para ella era obvia—. No podíamos dejarla sola.

  Por primera vez, Nikola pareció genuinamente sorprendido. Sus facciones, hasta ahora imperturbables, se suavizaron apenas, pero no con ternura, sino con algo más cercano a la incredulidad. Como si jamás hubiera considerado la idea de criar a un ni?o sin un propósito ulterior, sin una utilidad estratégica. Su expresión se tornó inescrutable mientras observaba a Rishia con renovado interés. Finalmente, sin mostrar ninguna emoción discernible, simplemente asintió.

  —Está bien.

  Sin más, se giró con la intención de marcharse.

  Melty, Gara y Ching intercambiaron miradas y suspiraron aliviadas. Todo parecía haber salido bien…

  Hasta que una voz rompió el silencio.

  —?No va a capturarla?

  La soldado humana capturada el día anterior habló con una mezcla de desconcierto y expectativa.

  Nikola se detuvo en seco.

  No giró inmediatamente, pero cuando habló, su tono se volvió gélido, tan afilado como una hoja de acero.

  —No hables sin permiso.

  La soldado se tensó al instante. Su cuerpo se volvió rígido, como si una fuerza invisible la oprimiera, dejándola sin aliento.

  Nikola guardó silencio unos segundos más antes de continuar con una calma calculada:

  —Según las leyes del reino humano, si un ciudadano ha estado fuera más de dos a?os, pierde todos sus derechos como tal. No tenemos ninguna razón para reclamarla.

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  Ching chasqueó la lengua con disgusto. Así que esa era la forma en que trataban a los suyos… los descartaban si se perdían.

  Pero entonces, la soldado, quizás en un intento desesperado de justificarse, a?adió algo más:

  —Pero, Mayor… esa chica es increíblemente ágil. En combate, podría superar fácilmente a varios soldados de rango Delta, quizás incluso más.

  Nikola inclinó la cabeza con un leve gesto de interés. Con un movimiento pausado, giró sobre sus talones hasta que sus ojos se posaron nuevamente sobre Rishia.

  Hasta ese momento, la joven no había sentido verdadero peligro. Pero ahora, un escalofrío le recorrió la espalda.

  Ese hombre… daba miedo.

  Nikola la observó en silencio, con la mirada de un depredador que evalúa a su presa.

  —Dígame, reina Melty… ?están entrenando ni?os humanos para convertirlos en infiltrados? ?Para atacar el reino humano?

  La paciencia de Melty se resquebrajó. Su ce?o se frunció levemente, y su tono se volvió más cortante.

  —Qué idea más ridícula. No.

  Nikola entrecerró los ojos, como si analizara la veracidad de su respuesta con fría precisión.

  —Tengo mis sospechas… y a los humanos no nos gustan las amenazas latentes.

  Dio un paso hacia Rishia.

  Pero antes de que pudiera acercarse más, un destello metálico cruzó el aire.

  La lanza de Gara se interpuso entre él y la joven, su hoja brillando con una amenaza implícita.

  Rishia la miró, desconcertada. ?Por qué Gara se había puesto tan tensa de repente?

  Nikola, en cambio, sonrió. Pero no era una sonrisa amable, sino una expresión te?ida de burla, como si el gesto de la guerrera le divirtiera.

  —Tranquila —murmuró con un deje de diversión en la voz—. Solo quiero hacerle una pregunta.

  Gara no bajó la lanza de inmediato. Sus ojos lo escudri?aron con desconfianza, como si estuviera evaluando cada posible movimiento del hombre frente a ella. Finalmente, tras un segundo de tenso silencio, cedió apenas, permitiéndole hablar.

  Nikola miró a Rishia directamente.

  —?Cómo te llamas?

  Ella parpadeó, sorprendida por la simpleza de la pregunta.

  —Soy Rishia —respondió con naturalidad.

  Nikola ladeó la cabeza, analizándola con la misma expresión meticulosa de alguien que intenta descifrar un enigma complejo.

  —Dime, Rishia… ?te han ense?ado algo sobre matar humanos?

  La joven frunció el ce?o, confundida.

  —No, en realidad no.

  —?Hmm…?

  Nikola pareció pensativo. Luego formuló otra pregunta, esta vez con un matiz más inquisitivo:

  —?Sabes lo que es una bala?

  Rishia parpadeó, aún más desconcertada.

  —?Bala? ?Qué es eso?

  La respuesta pareció impactar a Nikola.

  Por primera vez desde que había llegado, su expresión perdió aquella burla sutil que lo caracterizaba.

  Se quedó en silencio, sus ojos recorriendo a Rishia como si acabara de descubrir algo que no esperaba. Tras unos segundos de reflexión, suspiró.

  —Ya veo…

  Retrocedió un paso. Gara, aunque seguía en guardia, bajó la lanza apenas un poco, aunque sin relajar la tensión de sus hombros.

  Nikola entonces volvió su atención a la reina Melty.

  —Bueno, solo estoy aquí para recuperar a mi soldado.

  Se giró, dándoles la espalda, listo para marcharse. Pero justo antes de cruzar el umbral, volvió la cabeza una última vez hacia Rishia y le dedicó una leve sonrisa.

  —Sería bueno charlar algún día.

  El comentario sonó casual. Sin embargo, la atmósfera se cargó de algo más… algo indefinible, pesado.

  Rishia, sin detectar la tensión latente en sus palabras, simplemente lo tomó como una invitación amistosa y asintió con ingenuidad.

  Pero Melty, Gara y Ching entendieron lo que realmente era.

  Una advertencia velada.

  Nikola se marchó sin volver la vista atrás.

  El silencio que dejó tras de sí fue tan inquietante como su presencia.

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