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El Ejecturor Carmesí (III)

  


  Al avanzar hacia la tienda más grande, Drake observó que los soldados estaban bien organizados y entrenados, pero no había tantos como él hubiera esperado; eran aproximadamente dos escuadras las que lo llevaron a la tienda principal.

  Dentro, la tienda estaba equipada con mesas de operaciones, mapas desplegados y varios dispositivos de comunicación. Una figura imponente se levantó de una silla y se volvió para enfrentarlos.

  Al entrar, Drake vio un escritorio abarrotado de papeles esparcidos por todas partes. Sentado detrás del escritorio, estaba quien parecía ser el comandante. La armadura marcada por profundas abolladuras y ara?azos en el pecho y las hombreras, testimonio de un guerrero que no temía estar en primera línea de combate.

  El comandante no portaba casco, dejando al descubierto su rostro de piel extremadamente blanca. Su cabello rubio claro, cortado al estilo militar, enmarcaba un rostro de facciones toscas y firmes, características de un hombre de mediana edad. Sus ojos de un frío azul reflejaban una mirada cansada, cargada de experiencia y responsabilidad, lo que sugería que había visto demasiadas batallas y llevaba el peso de muchas decisiones difíciles.

  ?Este tipo definitivamente es de Bohemia?, reconoció Drake las facciones y color de piel de un hombre de esas tierras.

  —Son muchos para capturar a uno solo —murmuró el comandante, con la mirada fija en el prisionero.

  —Saludos comandante Kasidy, traemos ante usted el guardia que solicitó encargarse de la quimera —respondió uno de los soldados—, lamentablemente antes de venir aquí tuvo un altercado con los Perros Rabiosos en una taberna de Palistria. Hemos enviado a Harrou y su gente con el tecnomante para su mantenimiento.

  —Viniendo de esos revoltosos, no me sorprendería que iniciaran el conflicto —respondió Kasidy, apoyando la mano en su mandíbula con expresión pensativa. Tras un breve silencio, a?adió—: Muéstrame tu insignia para verificar su identidad, y muéstrame el rostro, por favor.

  —Solo pido calma y algo de espacio —dijo Drake, mientras se descubría lentamente el rostro, levantando las manos en se?al de paz.

  El guerrero mostró un medallón para confirmar su identidad. Kasidy abrió la tapa del colgante, revelando los datos personales adjuntos a una fotografía en blanco y negro del portador.

  —Tu nombre es Drake Réquiem. Veintitrés a?os, ?verdad? —dijo Kasidy, observándolo detenidamente—. Eres alto y fornido, con cara de mocoso. Pero eso no importa.

  —A las chicas les gusta —bromeó Drake, sacando una leve risa de Kasidy.

  Kasidy cerró el compartimiento y su expresión se endureció.

  —Perteneces a los Lobos de la Noche. Tu religión está en blanco... ?por qué? —preguntó, fijando en Drake una mirada intensa.

  —Llevo el código de los guardianes al pie de la letra, se?or —respondió Drake, con orgullo y una amplia sonrisa que mostraba todos sus dientes. Sabía exactamente lo que aquellos soldados querían escuchar—. Admiro bastante la ideología del Libre Pensamiento. Ustedes han apartado a la religión del poder político y han priorizado el progreso. Pero dejamos eso de lado; me limitaré a hacer mi trabajo.

  —Veo que vamos bien, muchacho. No me malinterpretes, no tenemos nada en contra de las religiones, siempre y cuando se respeta la libertad de culto, como en Trisary. —En Kasidy se pudo percibir un destello de complicidad en su mirada, aunque fue fugaz.

  —Cambiando de tema, quisiera saber más de este contrato. —Drake se decidió a retomar a lo que le interesaba.

  —?Qué querías saber? —cuestionó Kadisy, poniéndose serio y entrelazando sus manos sobre el escritorio.

  —Ustedes tenían todo un arsenal. ?Por qué no pudieron matar a una quimera ustedes mismos? o por lo menos tapar la entrada del bunker —interrogó Drake en un gesto analítico, guardándose ciertas suposiciones

  —He estado enviando mercenarios ciborgs a explorar esos túneles y ninguno regresa. —explicó Kasidy, pasándose la mano por el cabello con gesto de preocupación. Sus facciones se endurecieron, revelando el estrés que lo abrumaba—. Los refuerzos están limitados en los alrededores para asegurar el área de cualquier ataque de emergencia del barón o de otro opositor de nuestro credo.

  ? Además, tengo a varios de mis hombres combatiendo a los necrófagos en las monta?as; esas plagas representan un gran peligro y no puedo ignorarlas.

  —?Qué hay del lugar en donde se está escondiendo esa cosa? —Drake tomaba nota en una libreta que sacó de su cinturón.

  —Solía ser un bunker militar aprueba de bombardeos de la época de la conquista del Dragón Negro —declaró Kasidy el elemento que complicaba el contrato—. Es un confuso y basto laberinto de múltiples entradas en los alrededores de Palistra.

  ? Intentamos bloquear una de las cavernas, pero al día siguiente la enorme roca que pusimos fue destrozada por completo; una se?al de que no podemos detenerla.

  ? Además de que los túneles están conectados por las alcantarillas, siempre encontraba una forma de salir.

  —La mazmorra es su guarida... eso no explica de dónde vino —Drake lanzó su último cuestionamiento, recordando el lema de la Academia de la Fortaleza Oscura: "Un guardián debe estar al tanto de cada detalle".

  —Según los aldeanos, una semana antes de que arribáramos a Palistra, el pastor contrató a un hechicero novato... apenas un ni?o. Pretendía hacer contrato de familiar, con una de esas armas biológicas que aprisionaban en una de sus Islas de las Sombras. —Kasidy hizo memoria, recordando los detalles del incidente—. Juntos realizaron un ritual de invocación en el bunker, al aprovechar la energía residual de las matanzas de soldados y civiles dentro del laberinto en…

  —Por lo que me cuentas, les salió el tiro por la culata. —Drake no pudo resistirse a adivinar.

  —Que grosero, no deberías interrumpir a tu cliente. —Reprendió el comandante.

  —?Ah, disculpe! —Drake levantó la mano en se?al de paz—, es una mala costumbre.

  —Nah, no es para tanto. Es más, tienes razón. Ninguno de esos imbéciles tuvo las pelotas para manejar lo que su Dios cadáver les trajo. —Kasidy se carcajeó sardónicamente al recordar el desenlace de aquella imprudente maniobra—. Ninguno de los dos fueron encontrados. —Hizo una pausa que culminó en un suspiro agotador—. Es una verdadera lástima, podría haberse evitado. Pocos días antes de nuestra invasión, intenté hacer un trato con el pastor, pero como sabes cómo son esos... fanáticos.

  ? No podemos usar artillería pesada cuando está fuera, es demasiado rápida en terreno abierto. Nuestros recursos son limitados y debemos reservarlos por si hay una incursión de los Templarios.

  —Aquí es donde entro yo. —Drake esbozó una sonrisa arrogante—, me ocuparé del contrato antes de que se den cuenta.

  —Sí, hablando de eso… —Kasidy empezó a decir, pero fue interrumpido por la entrada de un nuevo visitante. La puerta de la tienda se abrió y entró uno de los guardias.

  —Saludos, comandante. Me informaron que los Perros Rabiosos estarán reparados en pocas horas y aún están dispuestos a ir al bunker esta noche —anunció el soldado.

  —?Esperen por favor! ?Qué pasa? Se supone que me ocuparía de este trabajo. —Drake exclamó en protesta.

  —Mira, soy un hombre de palabra —siguió Kasidy—, Harrou y su grupo me ha insistido en que pueden ir con las mejoras del tecnomante que iba instalarles el día de hoy, según lo planeado. Teníamos una segunda alternativa por si no llegaras, no confío mucho en esas aplicaciones de anuncios del cubo para Trisary. Ellos van a ir y de no volver, pues entras.

  —Pensé que perder otro soldado en el búnker no era una opción —dijo Drake, buscando lógica en la decisión del comandante—. En cinco segundos los tuve en el suelo.

  —Son espadas compradas para complementar mi tropa, no son parte del ejército regular. Ellos quieren hacerlo por voluntad propia, y la recompensa es jugosa —se excusó Kasidy—. No hay mucha diferencia en tu situación. No me digas que te preocupas por ellos; después de todo, te asaltaron.

  —Para nada, solo que estaré en este pueblo sin hacer nada. —Drake imaginó toparse con una quimera muerta con la barriga hinchada, por comerse el metal de los implantes—. En fin, antes de irme voy a necesitar un documento con todo lo que tengan sobre la quimera por favor. Todas son distintas al ser distintas clases de monstruos mezclados, por lo que tengo que idear una estrategia casi desde cero.

  —Te estabas tardando. —Kasidy sacó de un cajón una carpeta repleta de fotografías e informes referente a la criatura—. Muéstrale a esa aberración de laboratorio quien manda.…

  ....

  This tale has been unlawfully lifted from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.

  En las afueras de Palistra, Drake avanzaba con lentitud por el valle. La niebla ocultaba el sol en una penumbra gris que se mezclaba con un asqueroso hedor a vegetación podrida y carne descompuesta.

  Siguió el rastro de enormes pisadas, en las que descubrió restos de huesos humanos y animales desperdigados entre los arboles. Se detuvo frente a la gruta y examinó con cuidado la entrada, enmarcada por un marco oxidado. La oscuridad del lugar lo amenazaba con hacerlo caer al más mínimo descuido, pero Drake se asomó, y descubrió unas escaleras que llevaban a los túneles del bunker.

  Sus dedos se deslizaron por el frío de la estructura derruida. No era difícil imaginar a los soldados que alguna vez habían estado allí, ocultos bajo tierra.

  Ahora, la criatura que cazaba había reclamado esos túneles como su guarida, todo resultado de una fallida invocación de la Isla de las Sombras. Las huellas frescas en el suelo indicaban que había salido hace poco, probablemente en busca de comida.

  Una sombra pareció moverse dentro de la oscuridad, como si lo observara desde las profundidades. Drake apretó la mandíbula, resistiendo el impulso de adentrarse en el túnel. Las reglas eran claras: no podía entrar antes del tiempo acordado. Si lo hacía, perdería su pago.

  —Hoy no —susurró, regresando por donde vino.

  Al caer la noche, volvió a la taberna “Dulce Hogar”. El lugar estaba casi vacío, la suave melodía de una vieja rocola llenaba el aire, mientras el tabernero, Wallace Curth, limpiaba unos refractarios con indiferencia.

  —?Cenarás algo hoy, Drake? Puedo prepararte tu "Fiesta de Cerezas". —Wallace levantó la vista al verlo.

  —Esta noche no, Wallace. Quiero ir a la cama —suspiró Drake, tomando de su botella de agua.

  —?Solo o acompa?ado? —preguntó con una sonrisa pícara.

  Drake lanzó una mirada cómplice, ajustando su capa. —Kira está esperándome, ?verdad?

  —Te ha agarrado cierto cari?o —comentó Wallace, dejando la copa sobre la barra—. Ya se fijaba por la ventana por si volvías. Me preocupa que quiera irse contigo al final de tu aventura.

  Drake soltó una leve risa—. Para nada, ella solo quiere mi dinero. —Subió las escaleras y, al llegar a su cuarto, percibió un extra?o aroma.

  Al abrir la puerta, Kira lo esperaba sobre la cama, apenas cubierta por las sábanas, con la piel morena y tatuada brillando a la luz de las velas. Sus rizos dorados enmarcaban un rostro de ojos felinos ámbar que lo observaban con hambre, mientras sus u?as recorrían la tela, incitándolo a acercarse.

  —Otro día sin adentrarte en esos túneles, guardián, ?eh? —dijo Kira, estirándose en la cama, con una sonrisa provocadora—. Pareces estar esperando algo que aún no llega.

  —Llegará —Drake cerró la puerta tras de sí, colgando su sombrero en el perchero. El sonido de la madera crujió en colisión con el lamento aparatoso de las botas bajo la capa.

  La luz tenue de la habitación apenas iluminaba a la femina mientras se acercaba, arrastrando las sábanas, dejándolas caer con un gesto sutil pero cargado de intención, exponiéndola como vino al mundo. —Esta noche, si lo deseas... —repitió ella, su voz como un eco suave y envolvente al abrazarlo del cuello—: puedes llamarme Naomi.

  El semblante de Drake se ensombreció de golpe tornandose serio, desconcertando a Kira. —?Quién te dijo ese nombre?

  —?Ah? solo sigo el trato que acordamos, el romántico. —Desconcertada, el acto de Kira se rompió por completo, como si un disco de música se rayara—. Y susurrabas ese nombre en sue?os. Pensé que podría hacerte feliz.

  —Espera, dame un segundo... mierda. —Drake apartó la vista, tomando un respiro con la mano tapándose el rostro por un instante, y soltó un suspiro pesado. Al regresarse, esbozó una sonrisa ladina tan repentina que inquietó a Kira por un segundo.

  —Oye ?estás bien? ?necesitas algo?

  —Si vas hacer esa clase de tácticas y tener el descaro de ser descubierta, deberías cobrarme menos.

  —Idiota. —bufó Kira, irritada—, no estudié actuación y las artes amatorias para estos tratos.

  —De acuerdo, creo que fue un error todo esto. Será mejor que lo dejemos aquí. Me disculparé con Wallace. —Drake estaba por abrir la puerta, pero la mano de Kira lo detuvo, al voltearse se veía con un rostro serio.

  —Debo decirlo, de todos mis clientes eres el más lindo y educado; puedo decirte que hasta me has llegado a gustar un poco. Piénsalo ?cuantas veces encuentras a una mutante que te siga el ritmo? Y yo ?cuantas veces no se me acerca un viejo borracho incestuoso o un asqueroso coge cabras? Me estoy ganando una buena paga contigo, así que dejemos eso de lado... sigamos el juego.

  —No lo sé. —Drake se hizo el difícil, con los brazos cruzados—, me mencionaste que querías ser actriz el otro día. Ya me estabas convenciendo para rayar en el teatro.

  —?Teatro? ?Yo le tiro al cine! ?Voy por las grandes ligas en Trisary! ?Que se jodan los Templarios! —Kira punzó el pecho del guardián con su dedo—, el que ya pagó fuiste tú, vas terminar perdiendo y tengo palabra en mi profesión. ?Entiendes? Así como tú tienes tu honor al matar monstruos, tengo el mio como una mutante del placer. No voy a cagar mi perfecta racha de criticas. Contigo ganaré suficiente para un viaje a Trisary, y si te vas seguramente Wallace lo usará de excusa para pagarme con un pastel en lugar de plata en mi bono anual de invierno.

  —Ya me lo imagino, “Se te aflojó la tripa al sentarse sobre la cara del cliente, ten una tarta de manzana en la Llegada del Viajero” —Drake soltó una leve carcajada al imitar a Wallace, ante la impaciencia de Kira—. ?Qué Wallace no te trata bien?

  —Wallace es un santo cabrón pero un santo a comparación de muchos en estas tierras. Me trata bien —explicó—, mi licencia para ejercer me protege, soy cotizada... siempre que conozca mi lugar. Pero en Trisary hay un trato más digno, quiero intentar ser actriz por allá. Así que ?vamos a seguir el juego? Borrón y cuenta nueva; olvida que dije... tú sabes.

  Drake la observó por un momento más, debatiéndose internamente. Luego, sin decir nada, se acercó lentamente, tomándola por la mu?eca y jalándola hacia él con una delicadeza inesperada. Con su guantelete carmesí, acarició suavemente la mejilla de Kira, sintiendo la calidez de su piel bajo el tibio metal palpitante.

  —Bueno, ya que insistes. Lo dejaré pasar, considerate afortunada —susurró. Gustaba de ser romántico y esperaba el mismo trato como parte del servicio, un cari?o comprado.

  El amanecer llegó. Tras pedir su orden en el restaurante, Drake permaneció sentado frente a la barra, observando los informes del expediente de la quimera mientras esperaba su comida. Fotografías de gente carbonizada encontrada cerca de los túneles y alcantarillas. Describían a un felino gigante que escupía fuego, un intento de imitar a un dragón.

  La información de los lugare?os era variopinta, algunos la identificaban como un demonio que hablaba varias lenguas y cuatro alas; todas decían que apenas lo vieron. Datos inconexos que podían caer en la exageración.

  Pasó el rato tecleando en su cubo comunicador, conectándose a la Gran Red de Comunicaciones de Trisary y Santus, por medio de la aplicación “El Gran Cubo”, y usando sus codigos de guardián grabados en el medallón, solicitar a la Isla de las Sombras más cercana el rastreo de una invocación de un familiar de batalla para Palistra. Debido a la invasión del Libre pensamiento, los datos eran limitados al temer que se filtrara información al enemigo; por lo que estaba a ciegas en esa parte.

  En la mente del guardián existía una duda y era el bunker militar, de ser una criatura que usaba el fuego para cocinar su comida además de la ofensiva, albergaba probabilidades de matarse con el material inflamable del lugar.

  —Algo no anda bien aquí —murmuró Drake para sí mismo, masajeandose la barbilla y comenzó a hacer algunas notas de sus estrategias—: esa cosa es lo suficientemente inteligente como para no salir libremente. Es una estupidez ir a un lugar así de cerrado y sin un apoyo decente. Parece que esos dos no van a llegar nunca. Tendré que tener bastante cuidado. No me puedo echar para atrás a estas alturas o voy a da?ar mi reputación.

  —No es de buen gusto ver esas cosas en un restaurante a plena luz del día.

  Wallace lo sacó de sus pensamientos. Le sirvió un generoso pollo asado entero, acompa?ado de una jarra de agua natural y fresca.

  —Disculpa.

  —Bien por ustedes los mutados, pueden comer todo lo que quiera sin engordar. Queman todo lo que consumen para el uso de sus habilidades. —Admitió.

  —Somos benditos y sobre todo guapos. Si me retiro podría trabajar de modelo. —Drake aceptó el plato con un asentimiento de agradecimiento y comenzó a comer con avidez.

  —?Qué tal? ?Mejor que esa gelatina rica en carbo-hidratos que les dan en el ejercito? —cuestionó Wallace alzando una ceja, vanagloriándose de su cocina.

  —Discúlpame, Wallece pero no vas a seducirme con tu sabrosa comida, estoy bastante seco. Kira ya se encargó de mi anoche.

  —Y espero que no te la lleves, es como mi hermana —dijo Wallace antes de alejarse.

  —?Tu hermana? Mierda, maldito proxeneta y pensé que yo era el enfermo —Drake botó una fuerte risotada.

  Drake tomó el periódico de la Voz del Pueblo y comenzó a ojearlo con tal de distraerse, distanciándose del peligro inminente que estaba por enfrentar.

  ?Rebelión de inhumanos en el país de fénix, basura política. Matrimonio político en la alianza del Libre Pensamiento, más basura política?, los ojos de Drake se pusieron en blanco al ver los dibujos del volante del desastre de Lance en Vomiza, en una de las noticias que dictaban:

  “?Con la mujer del patrón!”

  Drake dejó el periódico a un lado, murmurando malas palabras por los problemas que le trajo las malas costumbres de Lance. se recargó en la silla y cerró los ojos, tomando una profunda respiración. Las advertencias del tabernero sobre no aceptar contratos en solitario resonaban en su mente, junto con las voces de otros guardianes que le advertían lo mismo.

  Era la primera vez en mucho tiempo que estaba a punto de ir solo a una misión. Después del accidente, había prometido que siempre iría acompa?ado, pero el altercado en Vomiza y la ausencia de sus compa?eros en Palistra lo obligaron a tomar una decisión.

  Para matar el tiempo, decidió revisó las fotos en su cubo, deteniéndose en una imagen de cuando él y sus compa?eros fueron nombrados guardianes. Aquella imagen formó una sonrisa sincera en su rostro, cargada de nostalgia.

  Vestían el uniforme verde militar a los dieciocho a?os, alcanzaron el rango Bronce y les asignarían un guardián al que servirían como escuderos hasta subir a Plata. él sonreía emocionado, con un parche en el ojo. Ahora ese mismo ojo estaba sano, pero al ver esa foto, lo hizo tocarse la cicatriz y se preguntó cuánta humanidad aún quedaba en su ser.

  Pasó a la imagen de sus compa?eros. En la esquina, Lance, con su rostro cubierto por una máscara negra. En el centro, Alice, abrazándolos con una sonrisa fraternal. Aquella imagen lo hacían extra?arlos aun más, y esperaba pronto volverlos a ver, especialmente para hacer pagar a Lance por su adicción a las apuestas y a ser un adultero.

  Al pasar de foto en foto de la graduación, se encontró con una imagen que lo golpeó con una ola de sentimientos encontrados. Estaba él con el rostro ruborizado, junto a una joven del personal médico de la Fortaleza Oscura. Esbelta, de cabello oscuro y rostro pecoso, con ojos esmeralda detrás de unas gafas redondas. Vestía una túnica blanca y llevaba colgando de su capucha una máscara de Cuervo Blanco, símbolo de los enfermeros de la fortaleza.

  —Bueno.... más plata para mí, entonces —murmuró guardando el cubo con una gran sonrisa, tratando de convencerse. No dudaba de su propia fuerza, se sentía capaz de matar a la quimera, era algo totalmente diferente—. Tengo el control.

  —?Es cierto que es un guardián? —preguntó uno granjero a sus espaldas. Drake se giró encontrándose a una aglomeración completa.

  —Depende ?Son una turba furiosa lista para lincharme por ser un mutado? Los últimos tres idiotas que lo intentaron los mandé con una quimera —El sarcasmo de Drake fue tomado literalmente por los granjeros, quienes se miraron las caras, preguntándose en silencio sus motivos y finalmente concluir en dubitativo:

  —No.

  —?Y el tipo con el perrote negro jalado con correa y el machete enfundado? —Drae se?aló al susodicho, que fue visto por toda la turba.

  —Es que salí rápido de la chamba, y no quise dejar solo a Frijolito en la casa, Lo quiero mucho. Es mansito. —El enorme perro babeaba con la lengua de fuera al jadear, en una expresión risue?a.

  —Huy si claro, y yo fui actor porno. —Intervino Wallace con ojos entrecerrados, y una pistola enfundada en el cinturón.

  —La verdad es que si lo fuiste. —Reveló Kira con picardía al pasar a su lado, sonrojando a parte de la turba como sacando una que otra risotada .

  —?Te encanta presumir? —Drake le escuchó a Wallace.

  —Háganme un favor y salgan a platicar afuera. —Wallace aclaró la garganta con la mano en su arma, sin negar nada—. No quiero la secuela de la mierda pasada.

  


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